La semana pasada se disputó en Antequera el Campeonato de
España de Tenis de Mesa. Los mejores jugadores de los diferentes clubs
deportivos se dieron cita allí y desplegaron un espectáculo fantástico de juego
y de recursos técnicos, tácticos y psicológicos. Deportistas ya consagrados
competían en el mismo espacio con jóvenes que empiezan a destacar y en otros
casos con jugadores que fueron inscritos para incorporar esta experiencia a su
aprendizaje.
Mi formación como trabajadora social y psicóloga han hecho
que esta experiencia sea muy enriquecedora ya que, si por algo este deporte me fascina, es por su
capacidad de incorporar deportistas con diversidad funcional tan diferente en
competición dando lecciones de superación que no sé si todos están dispuestos
realmente a ver y a aprender de ellas.
Mi hija tiene la suerte de poder compartir estos aprendizajes y procuro que vea más allá de las características físicas del deportista y que desarrolle poco a poco la capacidad de empatizar con lo diferente. Cuando una niña la insultó aludiendo a su complexión física en un momento determinado del campeonato, le resté importancia aludiendo a sus muchas cualidades y aproveché para explicarla que si ella se había sentido mal con ese insulto puntual, imaginara los improperios que cada uno de aquellos deportistas que estaba viendo, habrán recibido a lo largo de su vida desprecio, insultos y vejaciones que por falta de sensibilidad, por falta de educación o de respeto, de miedo a lo diferente o por hacerse el gracioso con la pandilla, habrán tenido que sufrir y le digo que hay cosas peores que ese insulto.La expliqué que esos jugadores, esas personas que veía, se han tenido que hacer fuertes y que probablemente han tenido que tener un gran apoyo familiar y de amigos para soportar determinadas situaciones que seguro que han hecho mella en su forma de afrontar los retos. Muchas veces se habrán visto solos, asustados y sin fuerzas para volver a ir al colegio, al instituto o salir de marcha con los amigos, pero se han hecho fuertes a base de no huir de esas situaciones sino que las han afrontado con valentía y con coraje. Eso demuestra lo grandes que son.
Mi hija tiene la suerte de poder compartir estos aprendizajes y procuro que vea más allá de las características físicas del deportista y que desarrolle poco a poco la capacidad de empatizar con lo diferente. Cuando una niña la insultó aludiendo a su complexión física en un momento determinado del campeonato, le resté importancia aludiendo a sus muchas cualidades y aproveché para explicarla que si ella se había sentido mal con ese insulto puntual, imaginara los improperios que cada uno de aquellos deportistas que estaba viendo, habrán recibido a lo largo de su vida desprecio, insultos y vejaciones que por falta de sensibilidad, por falta de educación o de respeto, de miedo a lo diferente o por hacerse el gracioso con la pandilla, habrán tenido que sufrir y le digo que hay cosas peores que ese insulto.La expliqué que esos jugadores, esas personas que veía, se han tenido que hacer fuertes y que probablemente han tenido que tener un gran apoyo familiar y de amigos para soportar determinadas situaciones que seguro que han hecho mella en su forma de afrontar los retos. Muchas veces se habrán visto solos, asustados y sin fuerzas para volver a ir al colegio, al instituto o salir de marcha con los amigos, pero se han hecho fuertes a base de no huir de esas situaciones sino que las han afrontado con valentía y con coraje. Eso demuestra lo grandes que son.
Aunque desde los distintos estamentos deportivos se habla de
las bondades del deporte me parece que hay que darle una vuelta para ver cómo
se están incorporando de verdad esos valores en los jóvenes jugadores. Padres, entrenadores
y jugadores están teniendo conductas en
algunos casos totalmente opuestas a éstas que tanto se alaban. La
responsabilidad de trabajar con niños y jóvenes requiere una preparación
constante y una búsqueda continua de
mejorar nuestras habilidades como profesionales que trabajan con ellos. No podemos perder de vista que en el futuro serán profesionales docentes, empresarios,
responsables de equipos, responsables de su familia… estarán en todos los
estratos de la sociedad y por tanto tenemos la responsabilidad de hacerles tomar conciencia de lo diferente, de que sean capaces de empatizar con todo tipo de personas para hacer una sociedad más justa y sensible a la vez que competitiva.
Gutierrez ( 1995) propone una distinción entre los valores sociales y los valores personales que el deporte debe
desarrollar:
Valores sociales:
Respeto, cooperación, trabajo en equipo, competitividad,
igualdad, responsabilidad social, compañerismo, preocupación por los demás.
Los valores
personales:
Habilidad física, creatividad, diversión, afán de
superación, reto personal, autoconocimiento, disciplina, autorrealización,
reconocimiento, mejora de la salud, perseverancia, humildad, autodominio.
He sido testigo en este Campeonato de cómo se insultaba o despreciaba a jugadores
por ser de una comunidad u otra, he
visto faltas de respeto hacia los árbitros y hacia presidentes de clubs que
sólo hacían su trabajo. He visto que los jugadores discapacitados físicos y
psíquicos tenían las mesas más alejadas de las gradas para jugar y en muchos casos
las peores horas del día para empezar a competir. He visto como los padres
daban las instrucciones a los entrenadores de cómo tenían que hacer su trabajo,
he visto cómo algunos entrenadores tratan a los chicos como si fueran armas de
destrucción masiva para usar contra otros jugadores.
También he visto grandes jugadores que siendo muy superiores
dejaban jugar al rival sin humillarle. He visto cómo jugadores de diferentes
clubs tras duros encuentros se buscaban para charlar juntos y hacerse fotos para
colgar en las redes. He visto como entrenadores que animaban y mantenían
siempre la sonrisa aunque su jugador benjamín o alevín, estuviera perdiendo. He visto padres que
respetaban el rol del entrenador y que hacían que sus hijos también lo
hicieran. He sido testigo de con qué cariño y con cuánto respeto entrenadores
daban instrucciones en la banda a jugadores con discapacidad intelectual.
Bajo mi modesta opinión creo que hay mucho trabajo que hacer
pero que el trabajo que se está desarrollando ya en algunos clubs debería ser
más visible y valorado como ejemplos de lo que se debe hacer en la formación
deportiva más allá de los éxitos competitivos.
No creo que ser competitivos y ser agresivos en el juego
tenga que estar reñido con ser respetuosos, humildes y autocríticos , de hecho
creo que son compatibles y que trabajando estas cualidades se hacen jugadores
más competentes tanto en la mesa como en la vida.
En muchos deportes ya se están haciendo esfuerzos en esta
línea. Nuestro deporte tiene tanto que aportar que creo que sería bueno abrir un debate para
ver cómo optimizar los esfuerzos de tanta gente ( jugadores, entrenadores,
familias, árbitros) que hace las cosas
tan bien y cómo fomentar desde pequeños en las escuelas los valores que nuestro
deporte en concreto puede ofrecer y puede servir como ejemplo para evitar conductas de bulling en la
escuela y promover el respeto por lo diferente.
En octubre hay un Congreso en Madrid (@IXhispanoluso) donde
psicólogos deportivos, entrenadores, investigadores, jugadores de élite y del
deporte base y padres de deportistas van a poder compartir experiencias y
conocimientos que enriquecerán tanto el trabajo en el deporte base como en
deportistas que empiezan a adquirir niveles profesionales.
Asesoramiento y formación en Alto Rendimiento
“Premio Isabel Blanco”2014
Asociación de Titulados en Psicología del Deporte. UNED
Twitter: @raquelrtorrado
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