Hace unos días en el Mundial de Natación de Kazán , la joven nadadora Alzain Tareq de 10 años competía
en los 50 metros
mariposa. La pequeña nadadora de Bahrein salió sonriente de la prueba pese a
que su registro distaba mucho del resto de competidoras.
Sin entrar en valoraciones políticas, económicas o intereses
que pudieran tener tanto los organismos que la inscribieron como la que
permitieron dicha inscripción, en mi artículo de hoy creo que voy a poner el
dedo en la llaga porque yo soy uno de esos profesionales que piensa que la
competición es necesaria para la
formación de los jóvenes deportistas.
En las redes sociales muchos profesionales del deporte y
medios de comunicación criticaban el hecho de que una niña de 10 años
compitiera a esos niveles. Bajo mi punto de vista, creo que las personas que trabajamos con niños en el ámbito deportivo
no deberíamos tener una visión tan negativa de la competición infantil siempre
y cuando cumpla su función en un espacio previamente estudiado y con unos objetivos que sean no obtener un
resultado sino de alimentar su experiencia. En muchos deportes empiezan a
competir con 9 o 10 años, incluso en determinados deportes niños de 8 años
tienen agente deportivo ( ¡¡¡¡¡) . Otros casos entrenan fuera de casa en
centros de alto rendimiento que puede ser un factor más estresante que la
competición en sí misma.
Hace tiempo una madre me llamó y me contó que en el club
donde entrena su hija ,en varias ocasiones había llevado a su pequeño de casi 3
años . A fuerza de ver a la hermana entrenar, él había aprendido los mismos
ejercicios y las entrenadoras al verle pidieron a la madre que si podían llevarle a
una exhibición importante con el equipo. Ella me decía preocupada que a lo
mejor la experiencia era muy estresante para su hijo. La expuse que un niño de
esa edad está jugando, no está valorando la situación como una posible amenaza,
cosa que ocurre cuando van siendo mayores, por lo que el problema sería que
obligaran al niño a mantener la actividad si en medio de la exhibición se
negaba (porque es un niño muy pequeño) o si se ponía a llorar era eso lo que
tendrían que valorar y exponer a las entrenadoras.
El niño, disfrutó de
la experiencia y ahora quiere estar siempre en el equipo con su hermana.
A medida que los niños crecen, comienzan a percibir
sensaciones, inquietud, miedo que antes según nos cuentan entrenadores y padres
no tenían. No entienden como es posible que un niño o niña que fue campeón de
benjamín sea capaz de perder el control en la mesa, ¡¡con la experiencia que
tiene¡¡ dicen.
Es ante estas situaciones donde volvemos a necesitar tener
un profundo conocimiento de la evolución psicológica y física de los
deportistas. A medida que van creciendo no sólo cambia su cuerpo si no que sus
pensamientos antes dirigidos a una actividad que les gusta y les motiva por sí
misma, ahora tienen que responder a las expectativas de padres, entrenadores ,
a expectativas que ellos mismos se ponen la mayoría de las veces poco
objetivas. La edad donde estos síntomas empiezan a aparecer sería la franja de 11 – 14 años.
El miedo a hacer el ridículo, el alto grado de ansiedad que
puede suponer la evaluación social es un aspecto muy relevante que hay que
tener en cuenta y por ello prepararles psicológicamente para entender en qué
punto están. Trabajar la autoconfianza desde objetivos de realización o
ejecución ( mover los pies, respirar, hacer la rutina…) y no de resultado
( ganar el partido, clasificación en un zonal…) en esta
etapa es crucial. Ayudarles a evaluar su trabajo y que sean capaces de
relativizar los fracasos tiene una enorme trascendencia de cara a su
autoestima. En todo proceso de aprendizaje el fracaso es un factor más y aunque muchas veces se cierran en banda
a analizar esto como algo que forma parte del proceso de hacerse mayor, es
necesario incidir mucho en ello.
Exponerles a situaciones de competición no es algo que sea
negativo cuando es una situación controlada y trabajada con ellos por
profesionales preparados y con amplios conocimientos sobre el desarrollo
infantil y experiencia , por eso es tan importante que los padres valoren mucho
en qué club se está formando y está compitiendo su hijo. Siempre insisto mucho
en que los que trabajamos con niños tenemos una enorme responsabilidad y una
gran trascendencia en su desarrollo, por
ello es fundamental no solo tener unas cualidades personales que favorezcan el
aprendizaje del niño sino una formación rigurosa, adecuada y continua.
No solo hay que
cuidar el ámbito competitivo en los jóvenes deportistas también hay que cuidar
y mucho las condiciones en las que entrenan y donde creo que se puede mejorar y
mucho ¿cantidad o calidad? Es esta situación que no sale en la televisión y por tanto no es
objeto de debate creo que sí debería preocuparnos sobre todo en determinados
deportes muy exigentes. Cuál es el objetivo final ¿llegar a competir a alto nivel o formar a los chicos en los
valores del deporte? ambos son lícitos pero requieren coherencia por parte de
todos los implicados.
Raquel
Rodríguez Torrado
Twitter:
@raquelrtorrado
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